La epífora, también conocida como lagrimeo excesivo, es una condición ocular que afecta a muchas personas, causando incomodidad y, a veces, dificultades en la vida diaria. Aunque el llanto es una forma natural de producir lágrimas, la epífora ocurre cuando las lágrimas se producen en exceso o no se drenan adecuadamente, lo que puede provocar una sensación constante de ojos mojados y, en algunos casos, irritación o infección.
Si bien muchas veces la epífora es un síntoma temporal asociado con factores ambientales o infecciones leves, en algunos casos puede ser un indicio de un problema subyacente más serio en el sistema lacrimal. En este artículo, exploraremos las causas, síntomas y opciones de tratamiento para quienes padecen esta condición.
¿Qué es la Epífora?
La epífora es una afección en la que el ojo produce una cantidad excesiva de lágrimas que no se drenan adecuadamente a través de los conductos lacrimales. Normalmente, las lágrimas se generan para mantener el ojo hidratado, limpiarlo de partículas extrañas y protegerlo de infecciones. Estas lágrimas son absorbidas por el sistema lacrimal, que incluye los conductos nasolagrimales que drenan las lágrimas hacia la nariz.
En la epífora, este proceso de drenaje se ve interrumpido, ya sea por un bloqueo en los conductos o por una producción excesiva de lágrimas. Como resultado, las lágrimas se acumulan en el ojo, provocando el lagrimeo constante y la sensación de ojos «llorosos». Si bien la epífora no siempre es dolorosa, puede generar incomodidad y afectar la calidad de vida, especialmente si persiste durante largos períodos de tiempo.
Es importante aclarar que la epífora no siempre está relacionada con el llanto emocional. Aunque es común asociar el lagrimeo excesivo con la tristeza o las emociones, la epífora es una condición médica distinta que puede tener diversas causas.
Causas de la Epífora
Las causas de la epífora son variadas, y pueden involucrar problemas en diferentes partes del sistema lacrimal. A continuación, exploramos las causas más comunes:
+ Problemas en los conductos lacrimales: Una de las principales causas de la epífora es la obstrucción de los conductos lacrimales, que son los encargados de drenar las lágrimas hacia la nariz. La obstrucción puede ocurrir debido a infecciones, inflamaciones, o incluso malformaciones congénitas. Si los conductos lacrimales se bloquean o se estrechan, las lágrimas no pueden drenarse correctamente, lo que provoca que se acumulen en el ojo.
+ Condiciones oculares: Enfermedades como la conjuntivitis (inflamación de la conjuntiva) o la blefaritis (inflamación de los párpados) pueden irritar el ojo y aumentar la producción de lágrimas. Cuando el ojo se ve afectado por infecciones o inflamaciones, el sistema lacrimal puede responder con un aumento en la producción de lágrimas para tratar de protegerse, lo que puede llevar a la epífora si el drenaje no es adecuado.
+ Trastornos anatómicos: Algunas personas nacen con una anatomía ocular que puede predisponerlos a la epífora, como los conductos nasolagrimales más estrechos o mal formados. Con el tiempo, estos problemas estructurales pueden empeorar y llevar a un drenaje ineficaz de las lágrimas.
+ Factores ambientales: El aire seco, los vientos fuertes o la exposición a irritantes como el humo o los productos químicos pueden desencadenar un aumento de las lágrimas en los ojos. Esto no necesariamente está relacionado con una disfunción en el sistema lacrimal, pero sí puede provocar lagrimeo excesivo como una respuesta natural de protección.
+ Problemas relacionados con el envejecimiento: Con la edad, los conductos lacrimales pueden volverse más débiles y perder su capacidad para drenar las lágrimas de manera eficiente. Además, la elasticidad de los tejidos oculares disminuye, lo que puede contribuir al mal funcionamiento de los conductos nasolagrimales y dar lugar a epífora.
Síntomas de la Epífora
El síntoma principal de la epífora es el lagrimeo excesivo, es decir, la presencia continua de lágrimas que no se drenan adecuadamente. Sin embargo, la forma en que se experimenta este exceso de lágrimas puede variar dependiendo de la causa subyacente. Entre los síntomas más comunes de la epífora, se incluyen:
+ Lagrimeo constante: Las personas con epífora suelen experimentar una secreción constante de lágrimas, incluso en ausencia de factores emocionales o irritantes. Esto puede resultar en la sensación de tener los ojos «llorosos» durante todo el día.
+ Sensación de ojos mojados: A pesar de la producción excesiva de lágrimas, la sensación de humedad en los ojos es común. Las lágrimas pueden acumularse en los párpados inferiores o escurrirse por las mejillas.
+ Irritación o enrojecimiento ocular: El lagrimeo constante puede generar irritación en los ojos, provocando enrojecimiento, picazón o sensación de ardor. Esta irritación puede empeorar si las lágrimas no se drenan correctamente, aumentando la incomodidad.
+ Visión borrosa: En algunos casos, la acumulación de lágrimas puede interferir con la visión, causando una visión temporalmente borrosa o nublada debido al exceso de humedad en los ojos.
+ Infecciones oculares frecuentes: Si la causa de la epífora está relacionada con una obstrucción de los conductos lacrimales, puede haber un mayor riesgo de infecciones, ya que las lágrimas estancadas pueden favorecer el crecimiento bacteriano. Esto puede generar síntomas adicionales como secreción amarillenta o verdosa y molestias intensas.
Es importante señalar que los síntomas pueden variar según la gravedad de la afección y la causa subyacente, por lo que es fundamental buscar atención médica si los síntomas persisten o empeoran.
Diagnóstico de la Epífora
El diagnóstico de la epífora comienza con una consulta médica con un oftalmólogo, quien evaluará la condición ocular y las posibles causas del lagrimeo excesivo. El proceso de diagnóstico generalmente incluye los siguientes pasos:
+ Examen físico: El médico revisará la historia clínica del paciente, prestando especial atención a cualquier antecedente de infecciones oculares, enfermedades previas o condiciones hereditarias. Durante el examen, el oftalmólogo también observará el ojo y los párpados para identificar signos de inflamación o irritación.
+ Pruebas de función lacrimal: Para evaluar cómo funcionan los conductos lacrimales, el oftalmólogo puede realizar una prueba en la que se coloca una pequeña cantidad de colorante en los ojos. Este colorante ayuda a observar cómo se drenan las lágrimas y si hay alguna obstrucción en el sistema lacrimal.
+ Prueba de tinción con fluoresceína: En algunos casos, se utiliza una solución de fluoresceína (un tinte fluorescente) para examinar el sistema lacrimal más de cerca. Si el tinte no se drena correctamente o permanece en el ojo, es una señal clara de que hay obstrucción en los conductos nasolagrimales.
+ Imágenes oculares: Si se sospecha de una obstrucción en los conductos, el oftalmólogo puede ordenar una dacriocistografía (una radiografía del sistema lacrimal) o una tomografía computarizada (TC) para obtener imágenes detalladas del sistema lacrimal y verificar si hay bloqueos o irregularidades en los conductos.
Con un diagnóstico adecuado, el oftalmólogo podrá determinar la causa exacta de la epífora y desarrollar un plan de tratamiento efectivo.
Tratamiento de la Epífora
El tratamiento de la epífora depende de la causa subyacente de la condición. En muchos casos, puede abordarse con tratamientos no invasivos, pero en situaciones más complejas, puede ser necesaria una intervención quirúrgica. Aquí se describen algunas de las opciones más comunes:
+ Tratamientos médicos y farmacológicos: Si la epífora es causada por una infección o inflamación ocular, el oftalmólogo puede recetar antibióticos o antiinflamatorios en forma de gotas o pomadas para aliviar los síntomas y reducir la irritación. Además, si el ojo está seco o irritado debido a la exposición a factores ambientales, se pueden recomendar lágrimas artificiales para mantener la hidratación ocular.
+ Masajes y técnicas de drenaje: En algunos casos, si la obstrucción es leve o está localizada en una parte del sistema lacrimal, el oftalmólogo puede recomendar técnicas de masaje en los conductos lacrimales para ayudar a deshacer cualquier bloqueo. Este tratamiento no es invasivo y puede realizarse en casa bajo la supervisión de un médico.
+ Tratamientos quirúrgicos: Si la obstrucción es severa o crónica, y los tratamientos conservadores no dan resultados, el oftalmólogo puede sugerir procedimientos quirúrgicos. Uno de los más comunes es la dacriocistorrinostomía (DCR), que implica la creación de un nuevo conducto para drenar las lágrimas hacia la cavidad nasal. En casos de problemas menores en los conductos, puede realizarse una cirugía más sencilla para desobstruirlos.
+ Lentes de contacto oculares: En algunos casos de epífora causada por problemas estructurales oculares, los oftalmólogos pueden recomendar el uso de lentes de contacto especiales que ayuden a regular la producción de lágrimas o a proteger los ojos de la irritación constante.
El tratamiento adecuado dependerá de la causa específica de la epífora, y un diagnóstico temprano es crucial para evitar complicaciones graves y mejorar la calidad de vida del paciente.
Prevención y cuidados oculares
Aunque no siempre es posible prevenir la epífora, especialmente cuando está relacionada con factores anatómicos o condiciones médicas preexistentes, existen varias medidas que puedes tomar para mantener la salud ocular y reducir el riesgo de desarrollar esta afección. Aquí te ofrecemos algunas recomendaciones para el cuidado ocular y la prevención:
+ Mantén una buena higiene ocular: Limpiar los párpados y las pestañas de manera regular puede ayudar a prevenir infecciones o irritaciones que contribuyan a la epífora. Usa un limpiador suave o agua tibia para eliminar cualquier suciedad o secreción que pueda acumularse en los ojos.
+ Protege tus ojos de los irritantes: Evita la exposición prolongada a factores ambientales que pueden causar irritación en los ojos, como el viento fuerte, el aire seco o el humo. Si trabajas en ambientes con aire acondicionado o calefacción, usa un humidificador para mantener la humedad en el ambiente. También puedes usar gafas de sol para proteger tus ojos de los rayos UV y del polvo.
+ Mantén tus ojos hidratados: El uso de lágrimas artificiales puede ser útil para mantener los ojos bien lubricados, especialmente si sufres de sequedad ocular o si pasas mucho tiempo frente a pantallas electrónicas. Las lágrimas artificiales ayudan a mantener la hidratación y a prevenir el exceso de lagrimeo en condiciones de resequedad.
+ Evita frotarte los ojos: Frotarse los ojos puede irritar la superficie ocular y empeorar la condición, sobre todo si tienes ojos sensibles o una afección subyacente como conjuntivitis o blefaritis. Si sientes picazón o incomodidad, trata de usar un paño limpio para dar un suave toque en lugar de frotar.
+ Controla las alergias: Las alergias estacionales o ambientales son una causa común de la epífora. Si eres propenso a alergias, asegúrate de seguir el tratamiento recomendado por tu médico, que puede incluir antihistamínicos o gotas oftálmicas. Mantén tus entornos limpios y libre de alérgenos, como polvo o polen, para reducir las reacciones alérgicas.
+ Consulta regularmente a tu oftalmólogo: Realizar revisiones oculares periódicas te ayudará a detectar cualquier problema en sus primeras etapas. Esto es especialmente importante si tienes antecedentes de enfermedades oculares o problemas en los conductos lacrimales.
Si bien la epífora puede ser incómoda, seguir estas recomendaciones puede ayudarte a manejar la condición y a reducir el riesgo de complicaciones oculares.
Preguntas frecuentes
¿La epífora puede ser crónica?
Sí, en algunos casos, la epífora puede volverse crónica, especialmente si está relacionada con obstrucciones persistentes de los conductos lacrimales o condiciones como la blefaritis o la conjuntivitis. Si los síntomas de lagrimeo excesivo persisten durante un período largo, es fundamental consultar a un oftalmólogo para un diagnóstico adecuado y explorar las opciones de tratamiento disponibles.
¿Es la epífora un signo de una afección grave?
En la mayoría de los casos, la epífora no es un signo de una afección grave. Sin embargo, si va acompañada de otros síntomas como dolor ocular, cambios en la visión, secreción purulenta o enrojecimiento intenso, podría indicar una infección o un trastorno más serio. Es importante no ignorar estos síntomas y buscar atención médica.
¿Cuánto tiempo tarda en desaparecer el lagrimeo excesivo?
El tiempo que tarda en desaparecer el lagrimeo excesivo depende de la causa subyacente de la epífora. Si la causa es una irritación temporal, como la exposición al viento o a alérgenos, el lagrimeo puede cesar en cuestión de horas o días con el tratamiento adecuado. Si la causa es una obstrucción en los conductos lacrimales o una infección crónica, el tratamiento puede tardar más tiempo y requerir intervenciones médicas o quirúrgicas.
¿Es necesario tratamiento quirúrgico para la epífora?
El tratamiento quirúrgico no siempre es necesario. Muchas veces, los tratamientos médicos, como el uso de antibióticos, lágrimas artificiales o técnicas de drenaje no invasivas, pueden resolver el problema. Sin embargo, si los conductos lacrimales están severamente obstruidos o si la condición es crónica y no responde a otros tratamientos, puede ser necesario recurrir a una cirugía como la dacriocistorrinostomía para restablecer el drenaje adecuado de las lágrimas.